“...Las muchedumbres agraviaron el buen gusto y la estética de la ciudad, afeada por su presencia en nuestras calles. El pueblo las observaba pasar, un poco sorprendido al principio, pero luego con glacial indiferencia”. (Diario Crítica, 18/10/45)
Primera semana de octubre del '45: La Secretaría de Trabajo continúa con sus medidas avanzadas: la sanción del laudo gastronómico -prohibiéndose la propina por razones de dignidad- implica no sólo un aumento salarial sino la intervención de los delegados gremiales en la información contable de los restaurantes. La embajada norteamericana -el 2 de octubre- comunica al Departamento de Estado que es "necesario llegar hasta las últimas consecuencias", si bien conviene evitar "medidas coercitivas si éstas pueden ser reemplazadas, con éxito por la paciencia", quedando aquellas "como última instancia para cuando quede demostrado que la tendencia actual del pueblo argentino a resolver el problema por su cuenta haya fracasado en alcanzar sus objetivos".
9 de octubre: En Campo de Mayo, Farrell intenta disuadir a los jefes más exaltados, pero no lo consigue. La guarnición mantiene sus exigencias, por lo cual el presidente concluye por ceder. A las 17 y 30 horas, los generales Von der Becke y Pistarini entrevistan a Perón, en el ministerio de Guerra, para informarle que Farrell considera conveniente su renuncia. Perón recuerda: "Entonces, llamé a mi ayudante de campo y le dije- Al Jefe de operaciones, que detenga todo movimiento de tropas y que retornen a sus cuarteles, tráigame papel para escribir mi renuncia... El Gral. Pistarini me dijo que era mejor que dijera que renunciaba por el llamado a elecciones que se había decidido ya, que me retiraba para actuar desde fuera del gobierno. Le contesté: mi General, no interesa la causa más que a mí. Y escribí: Excelentísimo señor presidente de la Nación: renuncio a los cargos de vicepresidente, ministro de Guerra y Secretario de Trabajo y Previsión con que vuestra excelencia se ha servido honrarme" y firmé. La entregué al Gral. Pistarini y le dije: Se la entrego manuscrita para que vean que no me ha temblado el pulso al escribirla.
10 de Octubre: En la tarde, alrededor de 70.000 trabajadores se nuclean en torno a la Secretaría de Trabajo, desde donde habla el coronel, por altoparlantes y en conexión con la radio oficial. En su discurso, Perón anuncia que deja dos decretos firmados, a favor de los trabajadores. Uno de ellos, establece un nuevo régimen de asociaciones profesionales- otorgándoles autonomía, entre otros derechos- y el otro, un aumento de sueldos y salarios, implantación del salario móvil, vital y básico y participación en las ganancias. El discurso provoca fuerte irritación. Algunos jefes militares se sienten engañados por Farrell y Perón y exigen la remoción del presidente. Otros, como el mayor Desiderio Fernández Suárez -once años después responsable de la masacre de José León Suárez- reacciona con más furia y parado sobre una mesa del círculo Militar proclama: Hay que matar a Perón. También el General Manuel A. Mora, en la Escuela Superior de Guerra, juzga necesario "organizar un plan de asesinato".
11 de octubre de 1945: En la mañana del jueves, ya está en Buenos Aires el Dr. Amadeo Sabattini, caudillo de la Intransigencia Nacional del Radicalismo, de Córdoba, quien viene a entrevistarse con el Gral. Avalos. Arturo Jauretche intenta convencerlo de que asuma el gobierno: "Yo sé que Avalos le entregaría el gobierno a usted. Si se lo ofrece, tómelo. Y llévelo a Perón con usted. Sáquelo a flote. Y aún, si el Ejército quiere enterrarlo, hágale un entierro de seis caballos. Pero no se ponga en contra de este hombre que representa un nuevo espíritu. Concilie ese nuevo espíritu con el viejo del radicalismo intransigente y va a salir adelante... Que hable por radio un hombre que represente al radicalismo, por ejemplo, Elpidio González. Que diga que el Ejército ha resuelto que ningún militar puede ser candidato. De ese modo, usted, desde arriba, hará el proceso que Perón quería hacer. Es la última oportunidad que tal vez le da a usted la Historia, personalmente. Y la oportunidad tiene una sola trenza". Sabattini aprueba la propuesta, en principio, pero luego conversa con dos miembros del Comité Nacional y finalmente, le contesta a Jauretche: -El Comité Nacional ha resuelto que se debe entregar el poder a la Corte y... yo acato esa resolución". Jauretche le responde: -Sepa, Dr. Sabattini, que la oportunidad ha pasado al lado suyo y usted no la agarró por la única trenza que tiene. Ya no hay otra alternativa para el país que "Perón o la oligarquía". Nosotros, nos vamos con Perón. No le extrañe que el pueblo haga lo mismo... Hemos jugado a la vieja política la última carta que era usted y usted no ha entendido. Usted está terminado políticamente y me despido con dolor porque nunca más lo volveré a ver
12 de octubre: En la mañana, Perón y Evita se trasladan a una isla del Tigre.
Por su parte, los opositores a Perón movilizan sus fuerzas. Ya el día 11, se han concentrado diversos grupos civiles frente al Círculo Militar donde se discute la salida a la crisis. Pero este viernes 12 de octubre, afluye más gente, que se asienta en Plaza San Martín. En el interior del Círculo, altos jefes militares intercambian ideas con políticos de diversos partidos (desde los socialistas Alfredo Palacios, Américo Ghioldi y Carlos Sánchez Viamonte hasta conservadores como José María Paz Anchorena, Adolfo Bioy y Bernardo Houssay pasando por radicales como José María Cantilo y Ernesto Sanmartino) Afuera: "un público selecto -según "La Prensa"- formado por señoras y niñas de nuestra sociedad y caballeros de figuración social, política y universitaria, jóvenes estudiantes que lucían escarapelas con los colores nacionales, trabajadores que querían asociarse a la demostración colectiva a favor del retorno a la normalidad". Armando Cascella describe de este modo ese llamado"picnic oligárquico": "Fiesta campestre, con señoras y señoritas de la clase ‘bien’, sentadas en las capotas de sus lujosos automóviles, o en rueda sobre el verde césped de ese aristocrático paseo, en amable y entusiasta tertulia ‘democrática’ mientras los mozos del Plaza Hotel y de otras proveedurías vecinas, ayudados por jóvenes galantes, iban y venían presurosos, con las bandejas cargadas de copetines, de botellas de champagne y suculentos sándwiches de pollo, de pechuga de pavita y de caviar’"
Esa misma tarde, Farrell, después de conversar con Vernengo Lima, decide la detención de Perón argumentando que se tata de una medida de seguridad pues su vida corre peligro. Sin embargo la decisión consiste en llevarlo preso a un buque de la Armada, lo cual podría indicar que la decisión le ha sido impuesta por el Almirante.Poco después, el Jefe de Policía coronel Mittelbach se dirige a Tres Bocas, en el Tigre, para apresar a Perón.
13 de octubreA la una de la madrugada, en el Tigre, Mittelbach le comunica a Perón que tiene orden de trasladarlo a un buque de guerra. Perón se niega a acompañarlo argumentando que no quiere ser sacado de su jurisdicción y solicita que se comuniquen con Farrell para modificar la orden, al tiempo que él se traslada a su departamento de la calle Posadas, donde esperará novedades. Alrededor de las dos y media el subjefe de policía -mayor D’Andrea- se presenta en dicho departamento y se traslada, con Perón, en carácter de detenido, a la cañonera "Independencia", para tomar rumbo hacia la isla Martín García. Mercante los acompaña y recuerda la despedida: "Perón susurró unas palabras recomendándome a Eva y luego, suelto y natural, subió la pasarela. Me quedé mirándolo desde abajo. De pronto advertí que el marinerito que montaba guardia a mi lado, estaba llorando. Por su rostro morocho corrían las lágrimas silenciosamente. ¡Entonces sentí una enorme tranquilidad y supe con claridad total que íbamos a ganar la partida!
"Crítica" titula : "Perón ya no constituye un peligro para el país"
14 de octubre: "La Epoca" informa que el planteo de los dirigentes políticos de entregar "el gobierno a la Corte" significaría la asunción, como presidente, del Dr. Roberto Repetto, "gran amigo de Robustiano Patrón Costas y de otros fuertes empresarios azucareros del Norte".
Ese mismo día 14, el Gral. Avalos visita a Victorio Codovilla en el Departamento de Policía. Pocas horas antes de que el dirigente stalinista recuperase la libertad, Avalos mantuvo una larga plática con él, de la cual sólo trascendió esta información: "El dirigente comunista habría dicho: Hemos cometido un error en no haber apoyado antes a este gobierno. Temo que ya sea tarde. Codovilla se refería al gobierno que representaba Avalos, es decir, que para el secretario general del Partido Comunista los militares dejaban de ser nazifascistas por el mero hecho de haber detenido a Perón.
15 de octubre: El Dr. Mazza entrevista al presidente Farrell y le entrega su informe acerca del deterioro de la salud de Perón, "lo cual obliga imprescindible e impostergablemente a un examen clínico y de laboratorio en un ambiente hospitalario", se decide entonces su traslado al Hospital Militar.
Los diarios recogen versiones de que se recurriría a viejos políticos conservadores, entre otros, Alberto Hueyo, Isidoro Ruiz Moreno, Jorge Figueroa Alcorta y Tomás Amadeo. Por su parte, la embajada norteamericana celebra la detención de Perón: "Perón está fuera del juego políticamente hablando, sin apoyo palpable en el Ejército y muy poco del sector gremial colaboracionista"
Pero la diplomacia norteamericana se equivoca, "el 15 de octubre se declara la huelga revolucionaria por tiempo indeterminado en todos los ingenios ", los trabajadores tucumanos del azúcar exigen, además, la reunión del Comité Central Confederal de la C.G.T. Asimismo, en Berisso, al impulso combativo de Cipriano Reyes, los trabajadores de la Carne comienzan a movilizarse y al atardecer recorren las calles de esa localidad a los gritos de ¡Viva Perón y la Secretaría de Trabajo!". "La Epoca" informa la irritación que cunde en la clase trabajadora, bajo el título, en pág. 2 : "Iniciaron los patrones su ataque a las conquistas sociales".La nota explica que dada la resolución del nuevo Secretario de Trabajo, los empleadores se niegan a abonar el feriado del 12 de octubre y que en algunas fábricas han aparecido carteles, colocados por la patronal en las puertas de acceso, con el siguiente texto: "El 12 de octubre vayan a cobrárselo a Perón"...
16 de octubre: En la mañana, los dirigentes de la CGT visitan al presidente Farrell, al cual participan de su preocupación por la salud del coronel Perón, así como que algunos gremios, en forma parcial, han salido a la calle reclamando por su libertad. "La Epoca" expresa el cambio de situación que se está produciendo: "Desde la Quiaca hasta Tierra del Fuego y desde el Atlántico a los Andes, se pide, se clama y se exige la libertad del coronel Perón". "Los trabajadores de todo el país se han puesto de pie para reclamar la libertad del coronel Perón"
Se expresa entonces la Federación Obrera de la Carne, en manos del stalinismo: "...bandas armadas, extrañas a los obreros de los frigoríficos, encabezadas por Cipriano Reyes, tratan de impedir el ingreso al trabajo. Los trabajadores no deben abandonar sus tareas y deben movilizarse para terminar de una vez con estas maniobras del nazifascismo que atentan contra la libertad, la democracia y el progreso del país". A su vez, el Partido Socialista denuncia "la maniobra encaminada a confundir la opinión de los trabajadores y crear factores de perturbación y anarquía...tentativa de los dirigentes entregados a la dictadura implantada por el ex secretario de Trabajo y Previsión".
17 de octubre de 1945: A las 6 horas, Juan Perón ingresa al Hospital Militar. A las 7, en Brasil y Paseo Colón, la policía dispersa alrededor de mil personas que se dirigían hacia la Casa de Gobierno. A las 8 y 30 es disuelta una manifestación en Independencia y Paseo Colón. A las 9hs , por Alsina, hacia el oeste, va una columna estimada en 4000 trabajadores. A las 9 y 30hs es dispersada una concentración reunida frente al Puente Pueyrredón de alrededor de 10.000 personas. A mitad de mañana, grupos de trabajadores reclaman frente al Hospital Militar, exigiendo ver a Perón. Las radios informan que se está generalizando la huelga, no obstante que la CGT declaró el paro para el día 18. Al mediodía, la policía vuelve a dispersar a grupos de manifestantes que se habían concentrado en Plaza de Mayo. FORJA da una declaración donde sostiene que "en el debate planteado en el seno de la opinión, está perfectamente deslindado el campo entre la oligarquía y el pueblo...y , en consecuencia, expresa su decidido apoyo a las masas trabajadoras que organizan la defensa de sus conquistas sociales". Por entonces, el coronel Gemetro le sugiere a Avalos: General, si a esa gente no la para la policía, lo podemos hacer nosotros con unos pocos hombres... -Quédese tranquilo. No va a pasar nada-contesta Avalos. Todo lo que la gente quiere es ver a Perón, saber que está bien. Después, se irán como vinieron". Después del mediodía, la policía modifica su actitud frente a los manifestantes. "La crisis del poder liberó los sentimientos de los agentes de la tropa -afirma Perelman- muchos de ellos provincianos y con bajos sueldos... Los vigilantes se declararon peronistas". A las 15 y 30, un grupo de sindicalistas mantiene una reunión con Perón en el Hospital Militar. En las primeras horas de la tarde, varias columnas confluyen, en Avellaneda, ante el puente. "Era una muchedumbre de 50.000 personas -sostiene Cipriano Reyes-... Minutos después, las pasarelas del puente comenzaron a bajar y la muchedumbre se lanzó para pasar al otro lado". "Nosotros no participamos del 17 de octubre -recuerda un dirigente gremial del Partido Comunista-. Los metalúrgicos que nosotros controlábamos trabajaron el 17 de octubre. No lo entendimos, no seguimos a la masa y nos costó muy caro". Un periodista afirma que a las 13 hs. "el ministerio de marina rechaza un ofrecimiento de dirigentes comunistas para que obreros armados, de esa tendencia, enfrenten a los trabajadores peronistas". "Yo estaba avergonzado e indignado Eso es, indignado y avergonzado", recuerda Jorge Luis Borges. Han pasado ya las 16 horas cuando, ante el crecimiento de la concentración popular, el presidente Farrell envía a algunas personas de su confianza para conversar con Perón y encontrar una salida a la crisis. Así, el brigadier Bartolomé de la Colina y el Gral. Pistarini conversan con Armando Antille, radical irigoyenista que viene colaborando en las tareas de acercamiento. En un piso alto del Hospital Militar, el coronel, en pijama, recibe información de lo que ocurre y espera el desarrollo de los acontecimientos. "Estábamos allí- recuerda Franklin Lucero- sus amigos de las buenas y malas horas...". "Las llamadas desde la Casa de Gobierno se sucedían. Farrell quería calmar a la muchedumbre. En determinado momento, Perón me preguntó: - ¿Hay mucha gente? Realmente, ¿hay mucha gente, che?... Nunca me había tuteado. Pero su creciente entusiasmo, se comenzaba a apreciar en su cambio físico y espiritual". Mientras, en la plaza de Mayo, el Gral. Avalos intenta infructuosamente dirigirse a los trabajadores. La respuesta de la plaza es contundente: "Queremos a Perón". "Se hacía evidente que el gobierno quería parlamentar- testimonia el capitán Russo. Recuerdo que entonces Perón me dijo textualmente: - Ha llegado el momento de aprovechar la debilidad del enemigo". Poco después, se conviene que el Gral. Avalos se traslade al Hospital Militar, para conversar con Perón. "Avalos me expresó - recuerda Perón- sus deseos de que yo hablara al pueblo para calmarlo e instarlo a que se retirara de la plaza de Mayo". De esta conversación surge la conveniencia de una reunión Farrell- Perón. Mientras tanto, en la Casa Rosada, Vernengo Lima presiona a Farrell para disolver la concentración apelando a la fuerza militar: "Usted está cometiendo un grave error. Esto hay que disolverlo a balazos y va a ser difícil, hay mucha gente". El presidente se niega a recurrir a la represión: "El ministro de Marina insiste, explicando que las ametralladores están en el techo: Si tiramos al aire, se van a ir....Pero el Presidente se mantiene inconmovible: -No, señor. No se hace ningún disparo. La gente puede morir por el pánico. Yo no autorizo nada. Los diarios de la tarde informan acerca de la situación, desde su perspectiva reaccionaria: "Numerosos grupos, en abierta rebeldía- según "La Razón"- paralizaron en la zona sur los tranportes y obligaron a cerrar fábricas, uniéndose luego en manifestación". Acompaña la noticia con una declaración del Partido Comunista de la Provincia de Buenos Aires donde se denuncian "los desmanes de elementos peronistas de Cipriano Reyes y demás aventureros a sueldo de la Secretaría de Trabajo que en bandas armadas han ido provocando a la población y obligando a los obreros a hacer abandono de sus trabajos. Tales hechos han sido denunciados al ministro del Interior Gral. Avalos por este comité". "Crítica", por su parte, aparece con grandes titulares: "Grupos aislados que no representan al auténtico proletariado argentino tratan de intimidar a la población... En varias zonas de Buenos aires, los grupos peronianos cometieron sabotaje y desmanes". Los periódicos informan, además, que el Dr. Juan Alvarez ha visitado la Casa de Gobierno con el listado de los hombres de doble apellido que conformarían el nuevo gabinete.Desde el Hospital Militar, Perón se aviene a conversar con Farrell pero, pone condiciones: "Primero, que Vernengo Lima se mande a mudar, segundo, que la Jefatura de Policía la ocupe Velazco, tercero, que lo busquen a Pantín y lo pongan al frente de las fuerzas de mar y que Lucero se haga cargo del Ministerio de Guerra. Además, hay que traer inmediatamente a Urdapilleta, que está en Salta, para que se haga cargo del ministerio del interior. Esas son mis condiciones". Rato después, Farrell y Perón conversan en la residencia presidencial. "Me dijo Farrell:- Bueno, Perón, ¿qué pasa?. Yo le contesté: Mi General, lo que hay que hacer es llamar a elecciones de una vez. ¿Que están esperando? Convocar a elecciones y que las fuerzas políticas se lancen a la lucha... -Esto está listo, me contestó y no va a haber problemas. -Bueno, le dije:- Entonces, me voy a mi casa. -No, déjese de joder, me dijo y me agarró de la mano: Esa gente está exacerbada , nos van a quemar la Casa de Gobierno!. Aproximadamente a las 23 horas, Farrell y Perón ingresan a la Casa Rosada. -Venga, hable, me dijo Farrell, recuerda Perón. Minutos después, el coronel ingresa al balcón y se abre ante su mirada un espectáculo majestuoso mientras una ovación atronadora saluda su presencia. En la noche de Buenos Aires, una inmensa muchedumbre, que algunos estiman en trescientos mil , otros en quinientos mil y el diario "La Epoca" en un millón de personas, vibra coreando su nombre: ¡Perón! Perón. Los diarios encendido a manera de antorchas resplandecen sobre la negrura nocturna celebrando la victoria popular . Alguien alcanza una bandera hasta el balcón: es una bandera argentina que lleva atada una camisa. El coronel la toma y la hace flamear de un lado a otro, ante la algarabía popular. ¡Ar-gen-ti-na! ¡Ar-gen-ti-na!. Farrell y Perón se abrazan, produciendo un nuevo estallido de júbilo popular. El presidente intenta vanamente dirigirse a los manifestantes, pero el impresionante griterío no se lo permite. Finalmente, pronuncia unas pocas palabras para comunicar que el gobierno no será entregado a la Corte Suprema, que ha renunciado todo el gabinete, que el coronel Mercante será designado Secretario de Trabajo y Previsión y que "otra vez está junto a ustedes el hombre que por su dedicación y empeño ha sabido ganar el corazón de todos: el Coronel Perón". El coronel, profundamente conmovido, se acerca al micrófono. "¡Imagínese -recordará años después- ni sabía lo que iba a decir... Tuve que pedir que cantaran el himno para poder armar un poco las ideas". Concluido el himno nacional, el coronel se dirige a la multitud: "Trabajadores. Hace casi dos años, desde estos mismos balcones, dije que tenía tres honras en mi vida: ¡la de ser soldado, la de ser un patriota y la de ser el primer trabajador argentino!. Una larga ovación interrumpe el discurso. El coronel comunica al pueblo que ha sido firmada su solicitud de retiro y que esa renuncia a su carrera militar la ha dispuesto "para ponerme al servicio integral del auténtico pueblo argentino.... Muchas veces me dijeron que ese pueblo por el que yo sacrificaba mis horas de día y de noche, habría de traicionarme. Que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien no lo traiciona. Por eso, quiero, en esta oportunidad, como simple ciudadano, mezclado en esta masa sudorosa, estrechar profundamente a todos contra mi corazón, como lo podría hacer con mi madre...". Su discurso resulta interrumpido , varias veces, por la pregunta que inquieta al pueblo: ¿dónde estuvo? Pero él prefiere no contestar y finalmente le pide al pueblo: "No me pregunten ni me recuerden cuestiones que yo ya he olvidado. No quiero empañar este acto con ningún mal recuerdo." Luego afirma: "...Ha llegado el momento del consejo. Trabajadores: únanse, sean hoy más hermanos que nunca ...Y les pido que realicen el día de paro festejando la gloria de esta reunión de hombres de bien y de trabajo, que son la esperanza más pura y más cara de la patria". Desde el gentío, surge la ocurrencia: ¡Mañana es San Perón! ¡Mañana es San Perón!. Finalmente, el coronel afirma: "...Al abandonar esta magnífica asamblea, háganlo con mucho cuidado... Tengan presente, que necesito un descanso que me tomaré en Chubut para reponer fuerzas y volver a luchar, codo a codo con ustedes, hasta quedar exhausto, si es preciso... Y ahora, para compensar los días de sufrimiento que he vivido, quiero pedirles que se queden en esta plaza, quince minutos más , para llevar en mi retina el espectáculo grandioso que ofrece el pueblo desde aquí"
Mas allá de las sucesivas traiciones a las que fue sometida el pueblo, muchas de ellas consumadas con un cuadro de Perón y Evita a sus espaldas, ratifico como PERONISTA, la lealtad con la Doctrina Nacional Justicialista, el compromiso de Justicia Social, la independencia económica y la soberanía política, el único heredero del Gral. Perón y Evita ES EL PUEBLO, como tal, supongo que sabrá tomar el destino del Movimiento Nacional y Popular Justicialista y lo hará inmortal, desde el compromiso, la militancia y la solidaridad.
NO SE OLVIDEN DE JORGE JULIO LOPEZ