lunes, febrero 26, 2007

F.O.R.J.A. III


Raúl Scalabrini Ortiz, en “Política Británica en el Rio de la Plata”, narraba que en aquellos días: “la política, asentada sobre tan deleznables cimientos, se resolvía por arranques sentimentales sin confluencia alguna con los asuntos primordiales de interés general. Ningún partido presentó nunca una plataforma electoral en que las incomodidades colectivas se reflejaran y se planearan enmiendas. Un partido político sustituía a otro sin mas variación que el desalojo de algunos dirigentes. Los enemigos se motejaban los unos a los otros, se ridiculizaban con apodos y hasta se herían con infames referencias a la vida privada. Las conveniencias de la nación quedaban al margen de las polemicas y las discrepancias, como si su direccion hubiera estado directamente encomendada a la divina providencia y no a los hombres de gobierno. La actividad preelectoral era un entrechocar discursivo y apasionado de animosidades y no un cotejo anticipado de doctrinas y orientaciones. Por eso la gran masa del pueblo asistía indiferente a esa mezquina lucha de sube y baja.
Tal como surge de ambos textos, la conducción forjista tenia cabal conciencia de la profunda desviación en la mision histórica del radicalismo y de la funcionalidad de todo el sistema político, respecto al régimen oligárquico – colonial. FORJA, en todos los sentidos, constituyó la ultima de las resistencias para evitar la desnaturalización de un movimiento político que había contribuido a ampliar la base democrática en la Argentina, asumiendo la tarea de desplegar la vieja bandera de Irigoyen “arriada por la actual dirección del radicalismo” y disponiéndose entonces a cumplir el ultimo mandato del jefe: “¡EMPEZAR DE NUEVO!”
Algunos autores sostienen la profunda similitud entre aquel proceso y el operado en el justicialismo durante la decada del 90, de manera tal que bien pueden utilizarse las previas reflexiones forjistas para indagar respecto a lo acontecido en las décadas precedentes, bajo la advertencia de que: “Cada época congela una vida espiritual ya desaparecida que no se puede reanimar desde los valores del presente, aunque todo interés por el pasado se alimente en las exigencias de ese presente vivo que es la realidad que nos demarca”
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jueves, febrero 22, 2007

F.O.R.J.A. II


Durante su actividad, FORJA, organizó cientos de conferencias, muchas de ellas callejeras, muñidos de un simple cajón de verduras como palco improvisado. Miles de volantes, afiches y sus famosos “cuadernillos”, constituyeron el material seleccionado para la difusión, la gran prensa los ignoró sistemáticamente pero, a pesar de ello, lograron llegar a un pueblo ávido de ideas renovadoras. No llegaron a obtener logros electorales, mas si múltiples victorias que lograron destruir “falsas certezas”. FORJA se disuelve en el 15 de Diciembre de 1945, dos meses después de aquella epopeya en que el movimiento nacional alumbró una nueva fase en su constitución.
Arturo Jauretche, uno de los principales mentores de FORJA, en una famosa carta al Dr. Benjamín Abalos, fechada el 9 de julio de 1942 denunciaba que “cuando un radical empieza a sentirse mas radical que argentino ha dejado de ser radical”, además sostuvo que “el radicalismo ha perdido la bandera de la neutralidad Yrigoyeniana que le arrebata Castillo, por haber mezclado la defensa de nuestra democracia con la defensa de otras democracias que son tan enemigas nuestras como los mismos totalitarios, hasta el punto de que el Gral. Justo, los comunistas, los socialistas y los conservadores de Acción Argentina, dicen las mismas palabras que el radicalismo, desde que éste ha perdido su idioma propio. Se ha confundido la defensa de la soberanía del pueblo con la defensa de las instituciones en que se ampara el régimen para mantener esta normalidad institucional que ahora llaman democracia…” “Hoy no hay, por ejemplo, libertad de prensa, sino libertad de empresa, y no me refiero a las limitaciones que nos impone el actual estado de sitio, cuanto mas grande es un periódico, mas depende de los grupos financieros y los mismos partidos tienen que ir de claudicación en claudicación, puesto que son estos grandes grupos los que proporcionan los recursos que los obligan y quien no los acepta se coloca en inferioridad de condiciones. Aún en el seno mismo de los partidos, depende del periodismo, manejado por la finanza, el prestigio personal, de manera que el nombre y la personalidad no lo hace ni la conducta ni la capacidad, sino el elogio de tal prensa, pues aquel que pretenda tener conducta propia, esta condenado al silencio y la difamación”.
Ilustración: Gloria Mundi
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martes, febrero 20, 2007

F.O.R.J.A. I

La Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA) surge del riñon Yrigoyenista el 29 de junio de 1935. Su antecedente inmediato es el manifiesto de los radicales fuertes, redactado por Juan Luis Alvarado, socio fundador de FORJA, documento que constituye un severo enjuiciamiento a la política de M.T. de Alvear.
Integran el grupo fundador, entre otros, Jauretche, Alvarado, Molas Terrán, Fleitas, Dellepiane y Míguez, para afiliarse a la agrupación era condición imprescindible ser afiliado a la UCR, por esta misma razón Scalabrini Ortiz, pese a la unidad al movimiento, no pudo ser parte integrante “formalmente”.
Juan José Hernandez Arregui señala en su obra “la formación de la conciencia nacional” los caracteres mas relevantes de FORJA:
a) Confrontan con la dirección partidaria encabezada por Alvear, para ellos representaba la tendencia conservadora y oligárquica de la UCR.
b) Reivindican los rasgos nacionalistas del Irigoyenismo que encuentran sus orígenes en las tradiciones federales del siglo XIX, concebían al nacionalismo no como una ideología extranjera sino como voluntad histórica de los pueblos de america latina.
c) Reivindican los postulados reformistas de 1918 pero a la vez critican la desviación operada en la dirigencia estudiantil, es por eso que el pensamiento de FORJA esta trenzado directamente a la reforma universitaria del ’18, con la crítica a su gradual desviación ideológica y con su fracaso político.
d) Asumen una posición anti imperialista e iberoamericanista. Denuncian los mecanismos imperiales britanicos y americanos.
e) Propugnan una idea movimentista sustentada en la dicotomía “nación – antinación”. Critican la partidocracia liberal.
f) Denuncian la super estructura cultural afín a los resortes imperiales que operan en el país.

Forja desarrolló su labor política durante toda una decada en la que paulatinamente se apartó de un radicalismo que, desde la intransigencia inicial, a partir de 1934, fue incorporándose al régimen, para integrar el contubernio oligárquico que sumió al país en la entrega. Eran los tiempos del pacto Roca – Runciman (1933), de la concordancia, del escándalo de los frigoríficos y posterior homicidio del senador Bordabehere, de la ley de corporación de transportes, de la prórroga de concesiones de la CADE y de la CIAE, de la pretendida integración al imperio británico, de la entrega, del latrocinio.
“SOMOS UNA ARGENTINA COLONIAL, QUEREMOS SER UNA ARGENTINA LIBRE”, de esta forma encabezaron su declaración constitutiva que fue la mas alta consigna forjista. A la doctrina de la entrega opuso un nacionalismo renovado, basado en un pasado federal que se encarnaba en los sotanos de la calle Corrientes y luego Lavalle, un nacionalismo esencialmente popular, sustentado en un pensamiento auténticamente argentino y una intensa convicción antiimperialista, era el “protoperonismo” que comenzaba su labor de esclarecimiento. (continuará...)

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miércoles, febrero 14, 2007

a+BA

La semana pasada se incendió, a la madrugada, la villa de emergencia ubicada bajo la Autopista 7, en el barrio porteño de Villa Soldati, allí habitan alrededor de 450 familias que totalizan algo de 1200 personas.
A estas alturas ya es casi un hecho que el fuego se originó de forma intencional y quedará entonces en manos de la justicia determinar fehacientemente las responsabilidades que correspondan.
Cabe destacar la rapidez con que reaccionó el Gobierno de la Ciudad, hecho que permitió la inmediata evacuación de los habitantes del asentamiento de emergencia y que, un hecho que podría haber sido tragico suceso, terminó sin tener que lamentar ninguna victima, siquiera un solo quemado, de hecho, una de las pocas personas que se intoxicó en este hecho fue el Lic. Raúl Haurat que se desempeña en el CGPC 8 producto de la inhalación de humo por estar en el lugar asistiendo a los vecinos damnificados.
Lo cierto es que Telerman, gracias a un buen equipo de trabajo en todas las áreas intervinientes y la rapidez de reflejos, pudo evitar quedar atrapado en un hecho que bien podría haber sido un potencial Cromañon.

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martes, febrero 06, 2007

La tercera posición


Cuando, en junio de 1946, Perón asumió el poder como presidente constitucional, un nuevo embajador de Washington asistió al acto, pero también estuvo presente una figura insólita: el embajador de la URSS, país con el que la Argentina había restablecido relaciones después de casi un cuarto de siglo. La doble presencia anunciaba la tendencia de la futura política internacional de Perón: el equilibrio en la creciente pugna de los dos bloques que emergían después de la guerra, y un deseo de sacar el mejor partido de ambos. Las circunstancias mundiales iban a determinar, en última instancia, si esta política era viable.
Había una primera prioridad en las preocupaciones del flamante presidente: redefinir las relaciones con Estados Unidos, en cuyo Departamento de Estado la influencia de Braden seguía siendo considerable. Una cuestión que también aparecía como muy importante era el paquete de temas pendientes con Gran Bretaña, donde estaba bloqueada la mayoría de las reservas con que contaba el país, producto de las ventas que había realizado durante la guerra. Además, debía tenerse en cuenta a los países de Europa Occidental, clientes tradicionales que ahora necesitaban angustiosamente la producción alimentaria de las pampas argentinas, y dentro de los cuales España, hostilizada por las democracias triunfadoras a causa de su régimen político, constituía un caso especial. Y estaban también los pueblos hermanos de América latina, donde se veía con simpatía la nueva fórmula de justicia social que el triunfo electoral de Perón significaba. El presidente y su canciller, Juan Afilio Bramuglia, de origen socialista, se aprestaban a promover a la Argentina a una posición relevante dentro de este complicado tablero, en el cual la guerra fría empezaba a campear ominosamente. La relación con Washington demoró casi un año en aclararse satisfactoriamente. Perón, casi desde la asunción presidencial, hizo declaraciones amistosas, cultivó una estrecha amistad con George Messersmith, el embajador de Truman, y dejó que los acontecimientos fueran evolucionando por sí solos: sabía que, en la creciente confrontación entre Estados Unidos y la URSS, el país del norte necesitaba aliados. No podría prescindirse de la Argentina, ni en la Organización de Estados Americanos que se estaba proyectando desde Chapultepec. Por lo pronto, y como medida efectiva de buena voluntad, envió al Congreso las Actas de Chapultepec, para su aprobación. Finalmente, en agosto de 1946, los instrumentos interamericanos tuvieron la ratificación parlamentaria.
Entretanto, llegaba a Buenos Aires una misión británica, presidida por Wilfred Eady, para tratar los importantes temas comunes que hacían al intercambio comercial, las inversiones británicas en nuestro país y las reservas argentinas en Gran Bretaña. Después de largas y arduas tratativas, en septiembre de 1946 se firmó el Acuerdo Miranda-Eady que, entre otras cosas, establecía la constitución de una sociedad mixta con los ferrocarriles de propiedad británica. Pero la resistencia que provocó el anuncio de esta medida en la opinión pública de nuestro país fue grande, y el gobierno advirtió los inconvenientes que podía aparejar el acuerdo. A más, el propio secretario del Tesoro de Estados Unidos hizo saber al gobierno británico que el tratado violaba los compromisos que Londres había asumido sobre la convertibilidad de la libra. El Acuerdo Miranda-Eady, se dejó silenciosamente sin efecto, y recién en febrero de 1948 se llegaría a concretar un nuevo convenio, pero el gobierno argentino estaba empeñado en producir un hecho resonante que respaldara su vocación de autarquía económica y, en febrero de 1947, anunció la nacionalización de los ferrocarriles británicos, operación gigantesca que se hizo efectiva un año más tarde, en marzo de 1948. Sin embargo, ni antes ni después consiguió que Gran Bretaña desbloqueara las libras acumuladas en Londres, que fueron empleándose en compras de diverso tipo; el precio de los ferrocarriles nacionalizados (150 millones de libras) se pagó con las exportaciones argentinas al imperio británico. Mientras se iba definiendo, de uno u otro modo, la relación con Gran Bretaña, en Estados Unidos crecían las presiones para apartar los últimos obstáculos que pudieran entorpecer el incipiente mejoramiento de las vinculaciones con nuestro país. Messersmith insistía en ello y los comerciantes, que deseaban intensificar los intercambios con el mercado argentino, lo apoyaban. A mediados de 1947 el presidente Truman. en un gesto que tenía escasos precedentes, llamó a la Casa Blanca al embajador argentino. Oscar Ivannissevich, y departió cordialmente con él: faltaban dos meses para la reunión que, con el objeto de establecer el sistema militar defensivo de América latina, se realizaría en Río de Janeiro, y la diplomacia norteamericana no quería dejar de tener la seguridad de la cooperación argentina. En dicho encuentro estuvo también presente el secretario de Estado George Marshall, pero no Braden. Desairado por el nuevo giro de la política de su país, Braden renunció a su cargo de encargado de Asuntos Latinoamericanos. Fue, sin duda, el momento más alto de la política internacional de Perón, halagado ahora por Washington, tenido de igual a igual por los ingleses en sus negociaciones, y aclamado por el pueblo español en la persona de Evita que, en el verano europeo de 1947, paseaba su belleza y su audacia por los países del viejo continente, sin dejar indiferente ni a pueblos ni a gobernantes: este fue el momento elegido para difundir su "Tercera Posición".
Cuando en agosto/septiembre de 1947 se reunió la Conferencia Interamericana en Río de Janeiro, el canciller Bramuglia no enfrentó a la posición norteamericana ni presentó obstáculos al proyecto, que sería aprobado como Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR).

"En el orden político la tercera posición implica poner la soberanía de las naciones al servicio de la humanidad en un sistema cooperativo de gobierno mundial (...) Que es solución nos lo demuestra la realidad concreta de nuestro pueblo, que se siente feliz porque puede trabajar con dignidad; porque la propiedad, el capital y la riqueza son ahora bienes individuales en función social; porque ha desaparecido la explotación capitalista del hombre y todo clase de explotación humana y que es verdadera solución nos lo demuestra fehacientemente el hecho de que progresivamente, con la realización de nuestros planes ha ido desapareciendo la reacción comunista, que ha dejado de tener entre nosotros los argumentos valederos que posee, en los países capitalistas para ganar adeptos. Esta es nuestra tercera posición Justicialista que ofrecemos al mundo como solución de paz "

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jueves, febrero 01, 2007

Peronismo e integración... El "ABC"


Es indiscutible que el Peronismo es un movimiento en cuya naturaleza intrínseca se encuentra el deseo y afán de integración latinoamericana, así lo demuestra su doctrina y, ejemplo de ello, son los distintos intentos de Perón de conformar un bloque geopolítico regional.
El espíritu de integración del Peronismo llega a su maximo esplendor, posiblemente, con el intento de crear el "ABC", una alianza estratégica entre la Argentina, Brasil y Chile...
Perón defendía la Tercera Posición, una salida alternativa para evitar el alineamiento con las superpotencias: Estados Unidos y la Unión Soviética. Su estrategia era muy pragmática: "La Argentina, sola, no tiene unidad económica; Brasil, solo, tampoco; Chile, igual. Pero estos tres países, unidos, forman actualmente la unidad económica más extraordinaria del mundo. No caben dudas de que, realizada esa unión, los demás países sudamericanos entrarán en su órbita". Perón soñó a América del Sur como la región internacional depositaria de las "mayores reservas de dos elementos fundamentales de la vida humana: alimentos y materias primas". Pero divisaba un gran peligro por delante. La historia de la humanidad mostraba que las grandes potencias, cuando necesitan bienes que no poseen o que se le agotaron, van en su busca y los consiguen "por las buenas o por las malas". En la búsqueda de la soñada unión, Perón emprendió la lucha. Todo comenzó a fines de los 40. Su primer paso sería el de conquistar el apoyo del socio más importante, Brasil. En 1950, Getúlio Vargas surgía como el candidato a la presidencia brasileña con las ideas más próximas a las de Perón. Algunos gigantes brasileños se imponían en su camino: los dos grandes partidos de oposición, el poder económico y la prensa. Además, Vargas no poseía dinero y tenía que recorrer en campaña un país continental, para hablar en actos, con los naturales y enormes gastos que esto implicaba. Pero tenía un aliado importante: las masas y otro muy fuerte, no previsto inicialmente: Juan Domingo Perón. El presidente argentino proveería dinero, material impreso y alimentos para la campaña. La ayuda al candidato brasileño comenzó en 1948. Por orden expresa de Perón, fue articulada una operación secreta en la frontera, entre las ciudades de Paso de los Libres y Uruguayana. El encargado de manejar la iniciativa era un amigo de confianza del presidente argentino, el geólogo Carlos García Marín de YPF, y secretario administrativo del Sindicato de los Petroleros. Además de dinero y material impreso, cruzaron la frontera, toneladas de alimentos (harina, yerbamate, pan, pastas). Para asegurar el transporte, una gigantesca "operación hormiga" cruzaba de Paso de los Libres a Uruguayana de tres a cinco veces por día. El total de "mulas" que transportaban los productos involucró a tres mil personas y se destinaban a Río de Janeiro, San Pablo y Porto Alegre. Con su apoyo, Getúlio Vargas ganó la elección. Perón podría iniciar la etapa concreta del sueño de unir a América del Sur contra EE.UU.
El plan preveía primero la unión de tres países: Argentina, Brasil y Chile. En el caso de Chile, Perón también ayudó financieramente a la elección del candidato presidencial de su preferencia, el General Carlos Ibáñez del Campo. La victoria electoral en Brasil y Chile no ilusionó a Perón. Por eso, no se durmió en los laureles y en febrero de 1951, poco después de la asunción de Vargas, envió un emisario especial a Río de Janeiro, el coronel Roberto Dalton quien miró fijamente a los ojos de Vargas y le dijo:—Señor presidente, quiero transmitirle un mensaje personal de Perón. El me ordenó decirle que su parte del acuerdo realizado meses atrás ha sido cumplida. Ahora ha llegado su turno de cumplir con la otra parte.Vargas fue directo al punto:
—Pues diga a mi gran amigo, el general Perón, que estoy profundamente agradecido por la ayuda que él me prestó para ganar las elecciones. Pero ahora es absolutamente imposible cumplir con mi parte. Gobierno un país con un Congreso fuertemente opositor, que no es como el argentino, que Perón puede manipular a su voluntad. Espero que Perón haga lo que yo voy a hacer: sacar de EE.UU. todas las ventajas económicas posibles. Y más adelante vemos el tema del eje Buenos Aires-Río de Janeiro.
Perón no perdió tiempo. Si Brasil no podía adherirse al pacto en aquel momento, era necesario buscar a Chile. Por eso, fue a Santiago. Y le dijo al general Ibáñez: "Vengo aquí con todo listo, traigo la autorización del presidente Vargas, porque yo estaba comprometido inicialmente a hacer esto primero con Brasil. De manera que todo está saliendo perfectamente bien, tal como fue planeado. Y, tal vez, al hacerlo, se le facilite la acción a Vargas". Lo que ni Perón ni Ibáñez esperaban era que el canciller de Brasil, Joao Neves da Fontoura, iba a hacer declaraciones duras en relación al Pacto. Dijo que Brasil estaba en contra de los pactos regionales y que éstos significaban la destrucción del panamericanismo. Al retornar a Buenos Aires, Perón entendió mejor la actitud brasileña. Un amigo de Vargas, el periodista Gerardo Rocha, le dijo: "El presidente pidió que le explique lo que pasa en Brasil. La situación de él es muy difícil. Políticamente, no consigue gobernar. Hay sequía en el Norte y heladas en el Sur. El comunismo está muy peligroso. El no puede hacer nada y pide disculpas".Todo este relato fue reproducido por Perón en una célebre conferencia secreta en la Escuela Nacional de Guerra, el 11 de noviembre de 1953, menos de un año antes de que los militares intentaran destituir a Getúlio Vargas. Para evitar la caída, se suicidó, dejando perplejos a sus enemigos, invirtiendo la situación política, movilizando a las masas y postergando en 10 años la dictadura militar. El gran sueño de Perón naufragaba.
Todo indica que Getúlio Vargas quiso y no consiguió llevar adelante el Pacto de ABC con Argentina y Chile. El presidente brasileño era demasiado nacionalista para los parámetros conservadores de las clases dominantes brasileñas. Y estaba muy debilitado. Sus opositores podrían usar, sin dificultades, la alianza con Perón para derribarlo aun antes del fatídico 24 de agosto de 1954.En un expediente secreto enviado a Buenos Aires en julio de 1954 desde la Embajada Argentina se muestra que Vargas no tenía retaguardia para cumplir lo que le había prometido a Perón. Su contenido, en lenguaje diplomático cifrado, era el siguiente: "El presidente Getúlio Vargas tiene simpatías por nuestro país, pero sus medios de expresión (políticos y administrativos) están recortados por una oposición fuerte y total (Parlamento, prensa y clases dominantes). El sentido político lo obliga a silenciar su verdadero pensamiento y deja libres a sus ministros. A esto se deben las profundas alteraciones de la política externa de dos gabinetes de un mismo presidente".Es como si los ojos y oídos de Juan Perón en Brasil le dijeran: Getúlio Vargas no lo traicionó.

"El sentimiento nacional que tenemos todos los argentinos, nace en la espada de San Martín, se agita en el poncho de Rosas y se ejecuta con la doctrina de Perón."
José Ignacio Rucci
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